DE LA CALZADA PARA ALLÁ

Juanto//puntualjalisco.com

“Me injurió; me hirió; me derrotó; me despojó’… En los que albergan tales rencores, nunca cesa el odio”, Buda

La amalgama que une las revoluciones de estos tiempos es una materia prima muy particular, es corrosiva, tóxica, infrenable, le da al portador una especie de superioridad moral  y termina por debastarlo todo.

Me refiero al resentimiento, que es el sentimiento persistente de disgusto hacia alguien por considerarlo causante de cierta ofensa o daño y que se manifiesta en palabras o actos hostiles.

El movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, de manera sistemática, durante años hizo una campaña de indignación, incitó a todos mediante un claro mensaje a dolernos de algo, a no reconocer mérito alguno, solo enfocarte a que aquel que lo escuche (el mensaje) se reconociese así mismo como agraviado, ya sea por sentir que sus desgracias tenían un culpable o que alguien truncaba sus aspiraciones con sus actos, si la indignación tenía que ver con su pobreza, entonces habrá que dirigir su enojo hacia los grandes empresarios, si era la de ser subordinado hacia el jefe por explotador o corrupto, o si es el de la corrupción hacia gobernantes, partidos políticos, autoridades, ejercito, policia, burócratas, constructores, médicos, abogados, contra todos aquellos que se opongan, mucha corrupción cierta y evidente y mucha imaginaria pero en razón de que es más fácil creer lo malo se convierte en una verdad absoluta, por que entonces no es tu entorno, no es tu educación o la falta de ella, ni el esfuerzo realizado o el no realizado, o el talento de alguien, nada de eso es meritorio para el resentido todo lo que no me favorezca no es lícito, no es merecido, no es justo.

Pero llega una corriente política que primero te enseña a enojarte, dicen en mi rancho: “incendiaron el cerro”, indignaron a los mexicanos, los transformaron a veces con razón y muchas veces sin ella, la gente enardecida entró al linchamiento del sistema más por venganza que en busca de soluciones, no importaba que el movimiento estuviese hueco, falto de propuestas, que naufragaba en contradicciones y en ocurrencias electoreras.

Actualmente, muchos que no estaban tan dolidos han reaccionado a la sed de venganza, y han rechazado la purga, citando la famosa serie de películas, la base política de Andrés Manuel López Obrador, se ha reducido, no mucho pero poco a poco lo hace, ha tenido que invertir mucho en generar las tendencias y sus enemigos imaginarios han ido derrotando sus premisas que él enarboló, en economía, en seguridad, en petróleo, en todo, sus palabras se vuelven contra de él, si por que íbamos a crecer y decrecimos, porque si se iba a acabar la violencia y ha aumentado, que porque el petróleo era la base para el resurgimiento nacional y ya no vale nada, ya no digo nada de los desfiguros contra Slim y su ahora sociedad en el Tren Maya, o la promesa del retiro del Ejército de las calles y ahora haberlo legalizado, AMLO invento la frase de los muertos de Calderón y ahora ¿qué hacemos con los de él que ya  duplican los de sus antecesores?, su plataforma de resentimiento se cae a pedazos.

Y sin embargo los indignados siguen, el cerro en llamas ahora es un infierno que devora todo y a todos, y paradójicamente quien inició el fuego vive ahí mismo, los mexicanos ahora observan a todos, a los pasados y al actual, su visión está nutrida con ese resentimiento enseñado, fomentado y dirigido, las benditas redes sociales como les llamó, ahora lo crucifican.

El resentimiento nos hace una sociedad de jueces, donde todos están bajo la lupa menos nosotros mismos.

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